Esta técnica postula que la calidad de la recuperación del movimiento, tanto espontánea como guiada por el rehabilitador, depende directamente del tipo de procesos cognitivos que se activen (percepción, atención, memoria, lenguaje) y de su modalidad de activación, es decir, de la manera en la que éstos se activen. El tratamiento tiene en consideración cómo se organiza el movimiento a nivel cerebral. Por ello, para recuperar el movimiento es necesario que participen los procesos cognitivos que se encargan de dicha organización: la percepción, la atención, la memoria, el lenguaje, la imagen motora, el razonamiento, etc.
Durante las sesiones se realizan ejercicios con materiales para proporcionar informaciones sensoriales táctiles, de presión, de peso, cinestésicas, de roce, etc.
Hay que tener siempre en cuenta el tipo de lesión y los problemas asociados que presenta cada paciente, para poder establecer unos objetivos terapéuticos y programar un buen tratamiento.